Mi amor por la música: ¿cómo nació?
Desde que tengo uso de razón llevo la música dentro de mí. Soy de las personas que no puede quedarse quieta al escuchar una canción, necesito llevar el ritmo con alguna parte de mi cuerpo sino me desespero.
Mi familia me envolvió en el mundo de la música desde pequeño. Mi mamá formaba parte del coro de la Iglesia Emmanuel en Lima, Perú; y mi papá manejaba la consola de sonido en el mismo lugar, por lo que crecí en un ambiente lleno de instrumentos musicales y voces melodiosas.
Mi mamá siempre me recuerda que su papá, mi abuelo, soñaba con tener una banda familiar, donde cada uno de los integrantes debía tocar un instrumento diferente para hacer música, que lamentablemente por diversas razones nunca se llegó a cumplir.
Pasaron los años y mi abuelo, al ver que mi hermana y yo teníamos talento para la música, decidió regalarnos un instrumento profesional a cada uno una Navidad allá por el 2008, así que a ella le regaló un órgano y a mí una batería.
Ambos llevamos clases particulares para aprender a tocar, pero debido a la rutina pesada que llevábamos por ser deportistas tuvimos que dejarlo. Así pasaron los años, y nos olvidamos de la música. Para el año 2018 tuve que vender mi batería ya que ocupaba mucho espacio y porque servía más de perchero que otra cosa.
Dejé de tener interés por aprender a tocar un instrumento musical hasta el año 2019 que me fui a la playa a pasar las fiestas de año nuevo con unos amigos que eran músicos y compositores. Llevaron una guitarra criolla y un cajón peruano, y con ello todo el día se la pasaban cantando canciones.
Me encantaba estar ahí con ellos, solo que me frustraba mucho no poder formar parte de la creación sonora, entonces le pedí a uno de ellos que me enseñara a tocar la guitarra. Y así, en un día aprendí 4 acordes, lo cual me permitía sacar varias canciones que conocía. Mi obsesión por la guitarra fue tan grande que el dueño se sorprendió con mi mejora y, al volver de la playa, me la prestó por unos días para que siga aprendiendo.
Regresé a casa y le enseñé a mi mamá lo que había aprendido, en dos semanas ya sabía todos los acordes mayores y menores, es decir, podía tocar cualquier canción. Ella super emocionada por mi progreso le contó a mi abuelo y esa misma Navidad me regalaron una guitarra electroacústica junto con un amplificador.
No one beside - Elevation Worship / Fuente: Propia
Semanas después llegó la pandemia y como consecuencia del aburrimiento de la cuarentena entré al cuarto de mi hermana y empecé a jugar con el órgano. Me obsesioné nuevamente con un instrumento nuevo así que lo saqué de su habitación y lo llevé al mío. En una semana ya tocaba las mismas canciones que sabía en guitarra pero en el órgano, y ahí nació una nueva pasión.
Así fue como nació mi amor por la música. Hoy en día toco a ojos cerrados ambos instrumentos y me gustaría aprender a tocar otros más. Me gustan todos los géneros musicales, pero me llama la atención la música actual. Mi sueño es componer una canción donde sea yo el que toque todos los instrumentos, grabarlo y tenerlo como recuerdo para siempre.
Por: Rodrigo Ramírez Montes
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